jueves, 4 de septiembre de 2008

EL TANQUE 2...

Después del suceso en el sótano, había empezado a comprobar que los castigos antes mas temidos por mi, azotes etc... eran solo una anécdota, los encierros me resultaban durísimos psicológicamente sobre todo si ella no estaba presente o cerca... sin embargo, después de aquel suceso, todo había transcurrido con normalidad, procuraba cumplir las normas lo mas eficientemente posible, y me sentía feliz con ello.
La vida no era mi mucho menos rígida o difícil, el trato con Ella era afable, nos reíamos, hacíamos cosas juntos como cualquier pareja, salíamos al cine o con amigos... Entonces yo me comportaba como si fuera un "esposo normal", nos entendíamos bien y eramos excelentes compañeros.

Dentro de la casa, mi sumisión había ido creciendo de tal manera en que yo empezaba a obedecer casi como si de un resorte se tratara, sin voluntad, poco a poco me había ido dando cuenta de esto y me gustaba.

A veces, mi ama me decía simplemente que le trajera tal o cual vara, yo no preguntaba nada, pese a saber que me esperaba un duro castigo, ella decía que era bueno de vez en cuando recordar al esclavo su condición y sobre todo advertirle sobre los riesgos de relajarse, también era justo que el esclavo se esforzase por superarse a si mismo en todas las facetas de su "nueva vida" Así, me dirigía al armario donde mi ama guardaba el material, sacaba lo que me había pedido y me resignaba y esforzaba por "estar a la altura", aunque ella se empleaba a fondo con la vara y me exigía mas cada vez, mas de una vez habían llegado a sangrarme los labios a fuerza de mordérmelos, este dolor me distraía y me ayudaba a superar algo mas levemente el otro, mi ama me azotaba con vigor hasta dejarme señalado o hacer que saltara la sangre, los días posteriores, me costaba mantenerme sentado y en la oficina la recordaba todo el tiempo, esto me suponía una honda satisfacción interior, me superaba para ella y crecía por dentro como esclavo, como esposo y como persona.

A veces sin embargo, junto al castigo, sufría atado en posturas que me hacían a la vez mantener el equilibrio, esto era un suplicio y solía terminar suplicando piedad a mi ama, ella hacia como que no me escuchaba, entonces me azotaba mas fuerte aun, y me espetaba... ¿Esto es todo lo que tu puedes hacer por mi?... La frase me hacia sentir vergüenza de mi mismo e irremediablemente le pedía perdón y le suplicaba que me permitiera demostrarle un día más mi devoción por ella, apretaba los dientes y sentía que por ella iría al fin del mundo...

Mi ama poco a poco se fue haciendo mas exigente, yo me daba cuenta de que me llevaba una y otra vez a mi limite, si me quejaba ella me decía, que ella sabia mejor que yo lo que me convenía y que recordara todos mis progresos desde que estábamos juntos... La frase final con que cerraba este razonamiento me daba pavor: Ahora eres un buen esclavo, ningún ama podría tener quejas sobre ti, si yo te dejo, otra te tomara...

Solo pensar que ella me pudiera dejar me hundía, una vez terminado el castigo me postraba ante ella, besaba sus pies y le daba las gracias, por educarme, utilizarme, corregirme y hacerme suyo...

foto

Si de algo me había dado cuenta en este tiempo es que ella, tenia las ideas muy claras sobre la dominación, cualquier evento o acontecimiento cotidiano, cualquier lugar, cualquier instrumento o situación podían convertirse en un acto o momento en que se me daba una lección o se me ponía a prueba, llevándome al limite de mis capacidades, o afianzando mi sumisión y respeto a ella, la complicidad entre nosotros era cada vez mas estrecha y yo me sentía cómodo y feliz en mi nueva vida...

CONTINUARA... ;)

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