jueves, 14 de agosto de 2008

SOBRE LA CASTIDAD. LA VISION DE MIS RIKA.

Mucho hemos hablado en serio y en broma y medio en broma y medio en serio de este tema...

Ofrezco aquí la visión de una dómina americana traducida directamente de su web al castellano.

Esta palabra, como otras escritas sobre el tema no son ley, son experiencias, pero que la ley la dicta el ama que en ese momento es la que cierra el candado, al final solo hay una ley, que ella manda y él ha decidido que así sea. Y que por tanto asumirá que ella tiene control sobre su vida íntima y sobre todo sobre sus más íntimos deseos.

No comparto todos los puntos de vista que este ama expone, pero sí muchos... ¿Por qué lo pongo aquí? Porque soy consciente que con la adecuada información cada uno ha de seguir su propio camino.

Y sobre todo porque eso es lo que más necesita quien se acerca por primera vez a esto: INFORMACION

Saludos a todos.


Utilizar un cinturón de castidad


Ms Rika

En los últimos meses, he alojado un chat IRC titulado Cinturones de castidad masculinos. Muchas opiniones y fantasías surgen ahí; se comparten también algunas ideas erróneas. Al escribir este artículo intento compartir mis puntos de vista sobre transformar la fantasía de la castidad en una realidad en la esfera de la vida de D/s; también detallar mis preferencias personales en el uso de esta clase de utensilios. Una vez más, las opiniones aquí no se presentan como el punto final, o la sabiduría absoluta acerca de los cinturones de castidad. Son sólo mis humildes opiniones, que han surgido de mis intereses y experiencias en este área. Vuestro recorrido puede variar.

La fantasía de la castidad

En mi artículo, “Añadir la D/s a vuestra relación”, me refiero al ‘regalo del orgasmo’ como atributo de la sumisión a tu especial pareja. No cabe duda de que entregar el control de tu placer a manos de tu compañera, refrenar el orgasmo durante el tiempo que ella decida, sin quejarse, es un acto de pura sumisión.

Parece lógico que el uso de un cinturón de castidad fuera una extensión natural de este acto sumiso. No obstante, he estado examinando las fantasías compartidas en mi canal IRC, y las de estupendos sitios web como el de Altarboy, y se me ocurren unas pocas observaciones. Los asuntos que surgen suelen ser bastante comunes, generalmente se mueven alrededor de la colocación del utensilio (voluntariamente, coaccionado u obligado) y su uso durante extensos períodos de tiempo (he leído historias de un uso de más de 5 años –sin ordeñar–).

Frecuentemente, la ‘víctima’ sufre el adulterio; obligado a contemplar como su compañera disfruta del sexo con otros mientras él carece de esperanza de alivio. El hombre suele demandar o sentir que se merece ese tratamiento (ha sido infiel, no puede controlar su masturbación, etc.) y, casi unánimemente, se convierte en un mejor servidor, más atento, más cariñoso, etc. En resumen, gracias a este instrumento y al control del nivel de su testosterona por parte de su compañera, de repente se vuelve sumiso. Existen incluso sitios web, supuestamente escritos por mujeres y dedicados a ellas, que nos muestran los beneficios de mantener a nuestros hombres en cinturones de castidad (sospecho que esos sitios web han sido redactados por hombres con la esperanza de que los lean sus mujeres… pero no tengo pruebas de eso).

Si lees mis artículos, probablemente ya conocerás mi opinión sobre esas fantasías. Son fantasías estupendas para el recreo o como obsequios, pero no tienen nada que ver con la sumisión. El hecho es que un hombre auténticamente sumiso se mantendrá casto sin tal utensilio y trabajará duro para evitar que su nivel de testosterona afecte a su actuación como sumiso.

La mujer dominante debería esperar todos los ‘beneficios’ sin necesitar recurrir a la utilización de medios físicos o artificiales de ‘refuerzo’. ¿Dónde encaja entonces el uso de un cinturón de castidad en la relación de D/s como modo de vida?

Utilizar el aparato

El recreo

El uso del cinturón de castidad centra el asunto en la órbita masculina, buscando la sensación de “hazme mientras estoy obligado”. Por lo tanto, yo lo sitúo en la categoría del recreo y los obsequios. Personalmente, no utilizo el aparato directamente para forzar la abstinencia, porque no espero un mejor comportamiento de mis sumisos debido a su uso. Sin embargo, hay efectos que el aparato provoca en un hombre por los que puede usarse para incrementar el divertimento mutuo del recreo.

Control físico adicional

Hay rasgos de los utensilios de castidad que introducen elementos de control más allá de la disciplina mental. En primer lugar, la mayoría de los aparatos limitan físicamente la cantidad de erecciones que un hombre puede llegar a tener. Los hombres describen la sensación de ser incapaces de llegar a tener una erección completa como ‘enloquecedora’… ¡me encanta escuchar esa palabra! Algunos aparatos impiden cualquier estimulación del pene o el escroto. La mayoría obliga a los hombres a orinar sentados, limitando también su libertad fuera de la relación de D/s. Los hombres mencionan también el efecto de ‘permanente recordatorio’, al llevar el utensilio facilitan a sus compañeras el control físico de sus genitales incluso cuando están separados.

Provoca, provoca y, entonces, provoca algo más (es todo para divertirse)

Desde el momento en que le coloco el aparato al hombre hasta el momento en que se lo quito, mi objetivo es hacerle sentir los efectos del utensilio… profundamente. Empieza con el clic de la cerradura. Los policías te dirán que el momento más peligroso cuando aprehenden a un criminal se sitúa entre la aplicación de la primera y la segunda esposa. No hay rechazo que tenga ese impacto mental en el hombre que el escuchar la cerradura y saber que no hay marcha atrás. Lo mismo ocurre con el cinturón de castidad. No importa cuanta autodisciplina haya adquirido el sumiso, la realidad física del aparato le conmocionará. Entonces, utiliza ese momento delicadamente para reforzar su vulnerabilidad. Estoy segura de la cerradura emite un bello sonido al cerrarse, mantengo el utensilio una vez cerrado, estrujo sus pelotas un poco (dependiendo del aparato y si puedo o no tocarlas). Diré algo bonito, como: “de ahora en adelante… se acabaron las erecciones para ti…”; o “no te diré cuanto tiempo lo mantendremos esta vez”. Algunas veces le tengo arrodillado con sus manos tras la espalda, entonces sitúo mi pie bajo el aparato y lo zarandeo desde abajo con mis dedos a la par que le abofeteo suavemente ambos lados de su cara, mientras el me agradece el uso del aparato. Siempre juguetona, pero siempre jugando con el impacto del momento.

A menudo el siguiente paso será para mí. Le haré darme un largo masaje, prepararme el baño y cepillar mi pelo. Se que el aparato limitará la erección que tendría durante este tipo de actividades, y eso está bien, mi objetivo es elevar y contraer la curva de su excitación. Tras el período de tiempo en el que lleva el cinturón (el más prolongado para mi esposo, enjaulado sin descanso, fue una pequeña tentativa de tres semanas), yo jugaré con sus fantasías y fetiches. Le llevaré a la erección en su confinamiento una y otra vez. Para mi marido es significa repetidos contactos con el olor del cuero, de mi pie, de mi zapato y de mi.

Muchas mujeres ignoran el poder de las palabras (tanto las que tu dices como las del sumiso). Disfruta provocándole verbalmente; ridiculiza su situación. Asegúrate de que agradece su regalo. Asegúrate de que te sugiera maneras que te permitan frustrarle más. Agitar el aparato es siempre muy efectivo… en muchos casos, ¡es la única estimulación que podrá tener!

AVISO: No pierdas de vista la auténtica sumisión.

Este es el peligro de llegar a una larga ‘sesión’ de 3 semanas. Recuerda: es tiempo de recreo y es un regalo (que dura más tiempo del que normalmente le dedicarías a un sumiso). No pierdas la consciencia de lo que realmente significa, porque es trabajo adicional para ti. Si durante el curso del tiempo que está enjaulado, no te apetece provocarle, no lo hagas.

Sus responsabilidades como sumiso no están suspendidas durante ese tiempo. Continúa teniendo que esforzarse por anticipar tus necesidades y hacer tu vida más fácil. Precisamente porque le estas premiando debe ser un buen sumiso.

Si te parece que se ha distraído de sus promesas de sumisión o que está intentando incitarte para que le provoques cuando tu no quieres, quítale el aparato y se termino el recreo (ver el Poder de la ironía).

En ocasiones, cuando mantiene el propósito apropiado, puedes comenzar a tener la sensación de que está equiparando su sumisión con el aparato y concediéndole demasiada importancia. Si ocurre, no te preocupes. Déjale disfrutar su fantasía. Terminará cuando tú decidas, y el retornará mejor que nunca.

Resumen

Sin duda, puedes controlar la sexualidad de tu sumiso sin utilizar un cinturón de castidad. De hecho, es mejor para él aprender la autodisciplina que se requiere antes de utilizar el aparato. Sin embargo, para el tiempo de juego, regalos y divertimento, hay pocas cosas que puedan provocar el placer cíclicamente repetido de atormentar y provocar a un hombre enjaulado en un cinturón de castidad. Yo he usado dos clases con mis sumisos, el tipo Tollyboy y, recientemente, el CB 2000.

No hay comentarios:

Publicar un comentario